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Bruselas. Lunes 3 de agosto. Mary Alice me ha citado a las 10h de la mañana en el centro para hablar de lo mal que está. De lo mal que está con su chico, más bien. Llevan tres años y medio juntos y desde hace cuatro meses sabe que lo va a dejar pero no tiene cojones de hacerlo. Acaba de pasar una semana en Marruecos y allí ha visto a su ex (al que dejó por éste) que - palabras más o menos textuales -, “sí que sabía ponerla mirando pa Cuenca”. No le puso los cuernos a su novio durante esa semana de vacaciones pero la reacción que ver a su ex provocó en ella era suficiente para saber que tenía que dejarlo.

“Déjalo hoy mismo” le dije. “Es injusto que pierda su tiempo, que tú pierdas el tuyo y que todo dios menos él sepa que lo vuestro va a acabar en cuanto tú te decidas”. Mary Alice sabe que tiene que hacerlo de una puta vez. Es más, dentro de tres días se va de viaje a Noruega, Dinamarca y Suecia durante una semana con su tío marica y será mejor partir habiendo dejado ese peso en la ciudad.

Por la tarde lo deja. Un dramón. Él le dice que si el problema es que está sexualmente frustrada, puede follarse a otros, que él la esperará en casa. Que se quiere morir, que se va a matar, que no piensa vivir sin ella,… “Se le pasará” le decimos todos a Mary Alice para que se vaya de viaje tranquila. Todos menos Susan Mayer. Uhm.

A los cuatro días, una vez de viaje, Mary Alice recibe un sms de Susan preguntándole cuál es la ciudad en la que está (mi amiga y su tío cambian de ciudad cada día) y el hotel en el que se hospeda porque se ha peleado con su novio del mes y necesita llamarla y hablar con ella, que es la única de nosotros que la aguanta. Mary Alice, inocentona como ella sola, le dice que está en Oslo y le da el nombre del hotel. Quedan en que Susan la llamará esa noche. Cuando Mary Alice baja a recepción a atender la llamada de Susan se encuentra con su recién estrenado ex. Con un ramo de rosas y un anillo de compromiso. Le pide que se case con él. Darling, it is not joke (this is lycanthropy). Sí, Susan le dio los datos al pobre chaval que salió pitando del curro, se pasó por casa para coger el pasaporte, compró un anillo en el aeropuerto y tomó el primer vuelo que pilló. Mary Alice le echa el puteo del siglo al muchacho y éste acaba dejando la ciudad a la mañana siguiente. Luego coge el teléfono y le echa el puteo del milenio a Susan quién, lo estoy viendo desde aquí, le pone su tono de perro apaleao dolorido.

La cosa no acaba ahí. El muy psicópata del ex, al volver a Bruselas y sabiendo que no hay nadie en casa de Mary Alice (ella está fuera y su padre, que es la única persona con la que vive, también) se introduce en ella aprovechando el hecho de que por el jardín puede entrar cualquiera (“y algún día te van a pegar un susto de los buenos, Mary Alice” que le decimos los demás). Encima de psycho, como dicen aquí, es tonto porque le envía un sms a Mary Alice contándole lo que está haciendo y explicando que lo hace “porque quiere ver si ya ha quitado de la pared del cuarto las fotos que tenía puestas de ellos dos”.

Unos días después, Mary Alice regresa a Bruselas y hace una pequeña cena entre amigos para despedirme porque yo vuelvo a Málaga al día siguiente. Ninguno sabemos nada de lo ocurrido y conforme llegamos le preguntamos a Mary Alice si tiene noticias de su ex. Ella nos recibe diciéndonos que tiene el cotilleo del siglo pero que ha de esperar a que estemos todos para contárnoslo. Una vez todos (= la propia Mary Alice, Bree, Gaby, Katherine, Carlos y yo) reunidos, nos cuenta lo sucedido. Durante treinta segundos la gente grita, suspira, ríe, llora, se echa las manos a la cabeza. Acto seguido, hay un silencio sepulcral. Nadie sabe qué carajo decir. Siento como todo el mundo mira a Mary Alice. Es entonces cuando grito eso de:

“¡Jess ha ganado 400 000 euros jugando a la lotería!”.

Las cabezas se giran y ahora me miran a mí.

Eso me gusta más. ;)

(La foto: Esa noche, con Bree).