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El otro día cuando me despedía de Arancha en Birmingham me preguntó ella si estaba triste de que esto acabase ya. Le dije que no. “Bueno, sí, me da cosilla pero tía, yo ya he hecho lo que tenía que hacer en Bristol”.

No sé muy bien qué es lo que tenía que hacer ni qué he hecho pero sé que… está hecho.

También sé que tendrán que pasar meses o años para darme cuenta de lo que este tiempo significa en mi vida. Pero estoy seguro de que siempre lo recordaré como algo bueno.

Pocas veces en mi vida he estado taaaan jodidamente tranquilo haciendo lo que he querido cuando he querido. No conocía a nadie, por lo que no tenía que esperar nada de nadie ni tenía cuentas que rendir. Por primera vez me he dejado llevar y he tomado las cosas según han ido viniendo, sin mirar al futuro ni preocuparme de las cosas que van a pasar lo quiera yo o no. Por primera vez en mi vida he disfrutado de mi existencia.

No es broma ni exageración de ningún tipo. Baby y Sporty me leen y podrán confirmar que hasta hace poco yo vivía estudiando o por lo menos estando en clases mañana y tarde, pensando en mis carreras, en qué tenía que hacer para encontrar un trabajo que me asegurase un sueldo más o menos respetable, sin pararme a disfrutar de lo que tenía a mi alrededor. Hoy en día no hago esas cosas. En Febrero fui a Málaga a hacer cuatro exámenes y acabé haciendo uno porque los días previos a los demás me iba a hacer el tonto por ahí con Rasca y Pica en vez de quedarme sentado en mi cuarto estudiando. Es más, este lunes una profesora de la Universidad de Málaga me mandó un email diciéndome que tenía que ir avanzando con la tesis del máster que he de presentar en Septiembre y yo le contesté que este verano iba a ser muy especial para mí y que pensaba disfrutarlo a sako. Si encuentro momentos para escribir la tesis, bien. Si no, no la presento. Y no pasa nada.

Un amigo me decía el otro día que estaba como La Naranjo cuando regresó con Tarántula. Juas. No supe muy bien como tomármelo porque en esa etapa MN me parecía la cosa más aburrida, sosa e incluso apagada que había visto en siglos.

Pero oye, si se sentía tan feliz, tranquila y realizada por dentro como yo me siento ahora mismo, convierto el insulto en un cumplido. Y me quedo con él.